La razón psicológica por la que tu perro se parece a vos

Con más de 9 millones de perros registrados en hogares argentinos -según datos del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA)-, la presencia de estos animales en la vida cotidiana no deja de crecer. Hoy ya no son solo mascotas: son miembros activos de la familia.
Se les celebran cumpleaños, reciben regalos y hasta aparecen en redes sociales como verdaderas celebridades. Esta transformación revela un cambio profundo en la manera en que nos relacionamos con los animales.
En ese contexto, muchas personas empiezan a notar algo curioso: sus perros no solo comparten rutinas, sino también gestos, expresiones y hasta rasgos de personalidad. Desde el peinado hasta las reacciones frente al estrés o la alegría, la convivencia diaria parece forjar una afinidad que va más allá del afecto.
Pero, ¿por qué tantos sienten que su perro es, de alguna manera, un reflejo de sí mismos? Según National Geographic, la respuesta es clara: existe una explicación psicológica por la cual tu perro se parece a vos.
Aunque a simple vista parezca solo una coincidencia divertida, lo cierto es que la similitud entre las personas y sus perros tiene respaldo científico.
Así lo señala una recopilación de 15 investigaciones internacionales publicada en la revista Personality and Individual Differences y citada por National Geographic. Los estudios demuestran que, con el tiempo, los perros no solo adoptan características físicas de sus dueños, como el estilo de peinado o ciertos gestos, sino que también pueden compartir rasgos emocionales y de personalidad, como la extroversión o la ansiedad.
En varios de estos experimentos, los participantes lograron emparejar correctamente imágenes de perros con sus dueños, incluso cuando solo se mostraban partes del rostro, como los ojos, lo que sugiere una conexión mucho más profunda que lo puramente visual.
La similitud entre humanos y perros podría tener una raíz inconsciente. Según explican los expertos, muchas personas eligen a sus mascotas guiadas por una identificación emocional o física: buscan, sin saberlo, animales que les recuerden a ellos mismos. En ciertos casos, los perciben como una extensión de su identidad o incluso como una figura afectiva similar a la de un hijo.
Además, el día a día compartido refuerza ese parecido: convivir, seguir rutinas similares y experimentar juntos emociones lleva a que ambos influyan en el comportamiento del otro.
Algunos estudios detectaron coincidencias tan precisas como la longitud del pelo de la dueña y las orejas del perro, o similitudes en la forma de caminar y expresarse. En términos emocionales, también se observó que los perros tienden a imitar el estado anímico de sus cuidadores: si el humano se muestra relajado, ellos también lo estarán.
El vínculo entre personas y perros es tan profundo que muchos científicos lo comparan con el apego entre una madre y su hijo. Así lo explica Borbála Turcsán, investigadora de la Universidad ELTE de Hungría, quien afirma que, tras miles de años de convivencia, los perros han desarrollado una fuerte dependencia emocional hacia los humanos.
Esta conexión influye en cómo el animal reacciona al entorno: si el dueño permanece calmo frente a un estímulo inesperado, el perro aprende a no temerlo. De hecho, Turcsán estima que solo un tercio del carácter de un perro es hereditario, mientras que el resto se moldea a partir del entorno, especialmente si la convivencia empieza desde temprana edad.
Fuente: www.clarin.com